El arrepentimiento genuino no es solo un sentimiento de culpa o remordimiento, sino un cambio radical de corazón y vida. Es un abandono del pecado y una entrega total a la voluntad de Dios. Juan el Bautista proclamaba: "Dad, pues, frutos dignos de arrepentimiento" (Mateo 3:8). ¿Qué significa esto? Significa producir el fruto del Espíritu Santo: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza (Gálatas 5:22-23). No podemos decir que nos arrepentimos si continuamos viviendo en pecado.