Hermanos y hermanas, a menudo nos preguntamos por qué permitimos el sufrimiento. ¿Por qué, si Dios es amor, permite que pasemos por pruebas tan dolorosas? Romanos 5:3-5 nos dice: "Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce perseverancia; y la perseverancia, entereza; y la entereza, esperanza; y la esperanza no avergüenza, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, el cual nos fue dado." El dolor, aunque sea arduo, se convierte en un crisol que refina nuestra fe, fortalece nuestro carácter y aumenta nuestra dependencia de Dios.