La Carrera Cristiana: Una Vida de Fe y Perseverancia

Hermanos y hermanas en Cristo, la Biblia nos presenta la vida cristiana como una carrera, una competencia no contra otros, sino contra nosotros mismos, hacia la meta celestial. Hebreos 12:1 nos exhorta: "Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos rodea, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,". Esta carrera no es un sprint, sino un maratón que requiere constancia, fe y perseverancia.

No esperemos un camino fácil. 1 Corintios 9:24-27 nos advierte: "¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Y todo aquel que lucha, se abstiene de todas las cosas; y ellos, a la verdad, para alcanzar una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que yo corro, no como a la ventura; así que peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo predicado a otros, yo mismo venga a ser reprobado." En nuestro camino encontraremos tentaciones, pruebas y adversidades, pero Filipenses 3:14 nos anima a seguir adelante: "Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús."

Para completar esta carrera, necesitamos disciplina espiritual. 2 Timoteo 2:5 nos recuerda: "Asimismo, si alguno contiende en los juegos, no recibe la corona si no contiende legítimamente." Esto implica una vida de oración constante, estudio de la Biblia, y obediencia a la voluntad de Dios. Debemos cultivar hábitos espirituales saludables, como la comunión con otros creyentes, para fortalecernos mutuamente en el camino. Gálatas 6:9 nos alienta: "No nos cansemos de hacer el bien, porque a su tiempo cosecharemos, si no desmayamos."

La meta de nuestra carrera cristiana es la gloria eterna con Dios. 1 Corintios 9:25 nos recuerda que el premio es incorruptible. Esta perspectiva debe impulsarnos a perseverar, a pesar de las dificultades. Hebreos 12:2 nos asegura: "puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios." Su ejemplo nos inspira a continuar en la carrera hasta el final.