Pero la buena noticia es que Dios, en su infinito amor, no nos abandonó. En Juan 3:16 encontramos la declaración central del Evangelio: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna." Jesús vino a buscar lo que se había perdido.
A través de la fe en Jesucristo y su sacrificio en la cruz, recibimos el perdón de nuestros pecados y una nueva identidad en Él. Gálatas 2:20 declara: "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí."