El Aposento Alto: Preparando un Lugar para Dios

En la Biblia, la idea de un "aposento alto" no se refiere a un lugar físico literal, sino a un estado del corazón, una disposición espiritual. Es un lugar de intimidad, consagración y comunión profunda con Dios. Salmos 27:4-5 nos dice: "Una cosa he pedido a Jehová, y ésta buscaré: que habite yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo." Este "habitar" en la casa de Jehová representa ese anhelo de comunión ininterrumpida.

Antes de que Dios pueda habitar plenamente en nuestro corazón, necesitamos limpiarlo de todo lo que le desagrada. Isaías 1:16-18 declara: "Lavaos y limpiaos; quitad la maldad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda." Este proceso de purificación implica el arrepentimiento genuino de nuestros pecados y una consagración completa a la voluntad de Dios.

Un aposento alto para Dios no se construye de la noche a la mañana. Requiere un compromiso continuo de oración y obediencia a Su palabra. Mateo 6:6 nos exhorta a orar: "Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en secreto te recompensará en público." La oración constante y la obediencia fiel a sus mandamientos son las piedras angulares de este proceso de construcción espiritual.

Cuando preparamos nuestros corazones para Dios, Él promete habitar en nosotros y llenarnos con Su presencia. 2 Corintios 6:16 declara: "¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo." Este es el fruto bendito de tener un aposento alto para Dios: una comunión íntima, profunda y transformadora.