Hermanos y hermanas en Cristo, el salmista clama: "¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti, nada deseo en la tierra." (Salmo 73:25). Estas palabras expresan una profunda verdad espiritual: nuestra satisfacción plena solo se encuentra en Dios. No en posesiones materiales, logros terrenales, ni relaciones humanas, por más valiosas que sean. Estas son bendiciones, sí, pero solo son temporales. Solo Dios ofrece una satisfacción eterna, una paz que sobrepasa todo entendimiento, como promete Filipenses 4:7.