Aunque el sistema legal del Antiguo Testamento ha sido cumplido en Cristo, el principio del diezmo permanece como un testimonio de nuestra gratitud y generosidad hacia Dios. En Lucas 6:38, Jesús nos enseña: "Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando se os dará; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir." El diezmo no es un medio para comprar la bendición de Dios, sino una expresión de nuestro corazón agradecido por todo lo que Él nos ha dado.
2 Corintios 9:7 nos exhorta a dar con alegría: "Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad; porque Dios ama al dador alegre." El diezmo, dado con un corazón alegre y voluntario, es una inversión en el reino de Dios y refleja nuestro compromiso con su obra.