Hermanos y hermanas, la parábola de la mujer que pierde una moneda, narrada en Lucas 15:8-10, nos presenta una imagen poderosa del amor incondicional de nuestro Dios. Esta mujer, al igual que nosotros, poseía algo de gran valor: una moneda. No era solo una moneda cualquiera, representaba una parte de su sustento, un esfuerzo de su trabajo. Su angustia al perderla refleja la aflicción que el Padre Celestial siente cuando uno de Sus hijos se aleja de Él.