Por tanto, no nos dejemos engañar por el poder del pecado. No permitamos que nos domine, sino que, con la ayuda de Dios, y recordando que hemos muerto al pecado (versículo 2), sigamos adelante en nuestro caminar con Cristo, disfrutando la libertad y la vida nueva que hemos recibido a través de su sacrificio. ¡Que nuestra gratitud se refleje en una vida transformada, para gloria de Dios! Romanos 6:14 nos recuerda: "Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia."