Hermanos y hermanas en Cristo, el Salmo 138:7-8 nos revela la inmensidad y la intimidad de nuestro Dios. Observemos la declaración: "Aunque ande en medio de la angustia, tú me vivificarás; extenderás tu mano contra la ira de mis enemigos, y tu diestra me salvará." (Salmos 138:7). Este versículo nos recuerda que aun en medio de las pruebas y tribulaciones más difíciles, Dios no nos abandona. Su presencia es una fortaleza, una fuente de vida que nos sostiene y nos revitaliza, incluso cuando nos sentimos abrumados por la adversidad.