Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, enumera una serie de fuerzas poderosas 'la muerte, la vida, ángeles, principados, potestades, lo presente, lo por venir, lo alto, lo profundo, y toda creación? para enfatizar la magnitud del poder del amor de Dios. Ninguna de estas fuerzas, ni siquiera la suma de todas ellas, puede romper el vínculo inquebrantable que tenemos con Dios a través de Cristo.
Consideremos la muerte, el fin de nuestra vida terrenal. Para muchos, es un motivo de temor, pero para el creyente, es una transición a la presencia de Dios. La vida misma, con sus alegrías y sufrimientos, no puede disminuir el amor de Dios. Ni siquiera las fuerzas espirituales, tanto buenas como malas, pueden interponerse entre nosotros y el amor de nuestro Padre Celestial.