Fíjense en la exhaustividad de la lista de Pablo: muerte, vida, ángeles, principados, potestades? ¡Todo lo abarca! No hay nada en la creación, visible o invisible, presente o futuro, que pueda interponerse entre nosotros y el amor de Dios. Este amor no es algo condicional, algo que ganemos o perdamos dependiendo de nuestras acciones. Es un amor incondicional, un amor que nos precede, nos acompaña y nos seguirá eternamente. Este amor está profundamente arraigado en la obra redentora de Cristo en la cruz, como lo afirma Juan 3:16: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna."