El Don de Lenguas: Terrenal, no Celestial

Hermanos y hermanas en Cristo, hoy reflexionaremos sobre la naturaleza del don de lenguas, un don espiritual a menudo malinterpretado. Es crucial comprender que el don de lenguas, como descrito en las Escrituras, se refiere a la habilidad de hablar en idiomas terrenales desconocidos para el hablante, no a un lenguaje celestial o angélico. 1 Corintios 14:10-11 nos instruye: "Hay, por ejemplo, tantas clases de voces en el mundo, y ninguna de ellas es muda. Si yo no conociere el significado de la voz, seré para el que habla extranjero, y el que habla será extranjero para mí." Este pasaje destaca la naturaleza humana y comunicativa del don, enfocada en la transmisión de un mensaje a otros, no en una comunicación directa con Dios en un idioma sobrenatural.

El propósito del don de lenguas, según 1 Corintios 14, es edificar la iglesia, aunque sólo si hay interpretación. Versículo 14:26 dice: "¿Qué hay, pues? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación." No se trata de un lenguaje secreto o exclusivo para unos pocos, sino una herramienta para la proclamación del evangelio y la construcción del cuerpo de Cristo. Sin interpretación, el don queda limitado a su propio hablante, perdiendo su propósito principal.

Pablo, en 1 Corintios 14, advierte contra el abuso del don de lenguas. Él enfatiza la necesidad de orden y discernimiento en la iglesia (1 Corintios 14:26-40). El don de lenguas, si bien es un regalo de Dios, debe usarse con moderación y sabiduría, siempre buscando la edificación de la comunidad de fe. El énfasis siempre debe estar en la claridad y la comprensión, no en la ostentación o el misterio. Debemos discernir entre los verdaderos dones del Espíritu y manifestaciones que contradicen las enseñanzas bíblicas.