Hermanos y hermanas en Cristo, el capítulo 16 de 1 Corintios nos recuerda la importancia de la ofrenda, no como un mero acto de obligación, sino como una expresión de nuestra gratitud y participación en el cuerpo de Cristo. "Cada primer día de la semana, cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces las ofrendas" (1 Corintios 16:2). No se trata de una cantidad específica, sino de la actitud del corazón, reflejando la generosidad de Dios hacia nosotros.