Hermanos y hermanas, en Lucas 24:13-16 leemos acerca de dos discípulos de Jesús, Cleofas y su compañero, que regresaban desconsolados de Jerusalén. Sus corazones estaban pesados por la crucifixión de su Maestro, su esperanza había sido destrozada. "Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, Jesús mismo se acercó y caminaba con ellos; pero sus ojos estaban velados para que no le conocieran." (Lucas 24:15-16). Este pasaje nos recuerda la profundidad de nuestra propia desesperación cuando enfrentamos la pérdida y el fracaso. ¿Cuántas veces nos hemos sentido así, con el peso del mundo sobre nuestros hombros, incapaces de ver la luz?