Hermanos y hermanas en Cristo, el Salmo 136 nos regala una hermosa melodía de alabanza que resuena con la inmutabilidad del amor de Dios. Cada verso, cada repetición de "porque para siempre es su misericordia," (Salmo 136:1, 26) nos recuerda la fidelidad inquebrantable de nuestro Creador. No se trata de un amor efímero, condicionado o cambiante, sino de un amor eterno, firme como las montañas y profundo como el mar (Salmo 36:7).