En medio de la adversidad, podemos clamar a Dios, tal como el salmista: "En mi angustia invoqué a Jehová, y Jehová me respondió, y me puso en lugar espacioso" (Salmo 118:5). Este versículo nos asegura que, incluso en nuestras pruebas más difíciles, Dios escucha nuestras súplicas y nos libra de las situaciones angustiosas. Su respuesta no siempre es inmediata, ni siempre como la esperamos, pero podemos confiar en que Él actúa en nuestro favor.