Hermanos y hermanas en Cristo, el Salmo 119, del cual tomaremos los versículos 89-104 para nuestra meditación de hoy, es un canto de amor y devoción a la Palabra de Dios. En estos versículos, el salmista expresa una profunda admiración por la inmutabilidad y la eternidad de la Ley Divina, declarando: "Para siempre, oh Señor, tu palabra permanece firme en los cielos." (Salmo 119:89). Esta inmutabilidad nos da esperanza, seguridad y consuelo en un mundo cambiante y efímero. Su palabra es eterna, un faro en la tormenta de la vida, una roca firme en medio de las olas del tiempo. Así como los cielos permanecen para siempre, también permanece la palabra del Señor, como lo declara el versículo 90: "Tu fidelidad permanece para siempre; has establecido la tierra, y ella permanece."