Observemos la fe de Abraham, el padre de la fe (Romanos 4:16-17; Hebreos 6:13-15). Su firmeza en la promesa de Dios, a pesar de las circunstancias, nos sirve de ejemplo de la perseverancia en la fe. Abraham no dudó de la promesa de Dios, a pesar de las dificultades y los largos años de espera. Él juró con un juramento que ratificó su palabra con un pacto, sellándolo con la garantía de Dios mismo (Hebreos 6:17). Este juramento y este pacto divino dan una esperanza sólida para nosotros.