El Cordero de Dios: Un Estudio de Juan 1:29-51

Juan el Bautista, el precursor, no se atribuye la gloria, sino que declara claramente la identidad de Jesús: "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!" (Juan 1:29). Este es un testimonio profético, que señala a Jesús como el sacrificio expiatorio por los pecados de la humanidad, como lo predijo Isaías (Isaías 53). Su testimonio no es meramente una observación, sino una proclamación inspirada por el Espíritu Santo, guiando a las multitudes hacia la verdad.

Andrés, al escuchar el testimonio de Juan, inmediatamente busca a Jesús (Juan 1:35-42). Su encuentro y el posterior llamado de Simón Pedro, muestran la urgencia y la prontitud con la que debemos responder al llamado de Dios. La invitación "Venid y ved" (Juan 1:39) es un llamado a la experiencia personal con Cristo, a la comunión con Él. El seguimiento a Jesús implica dejar atrás nuestras ocupaciones y entregarnos completamente a Su servicio, como lo hicieron Andrés y Pedro.

La historia de Natanael ilustra la importancia de la fe basada en el conocimiento de Dios. Inicialmente escéptico (Juan 1:46), Natanael se deja convencer por el testimonio de Felipe y la profunda comprensión de Jesús sobre su vida (Juan 1:47-51). Este encuentro destaca que Dios nos conoce íntimamente, sus planes para nosotros son perfectos, y Él nos revela su gloria a su tiempo y a su manera. La revelación de Jesús como "el Hijo de Dios, el Rey de Israel" (Juan 1:49) confirma su divinidad y su misión mesiánica.