Pero la oscuridad no triunfa. Juan 20 nos narra el encuentro con el resucitado. "Y entrando Pedro tras él, vio el sudario en el suelo; mas no entró en el sepulcro donde había estado Jesús" (Juan 20:6). El sepulcro vacío, la evidencia tangible de la ausencia física de Jesús, se convierte en un símbolo de su victoria sobre la muerte. Este hecho es confirmado por las apariciones posteriores, como la de Jesús a María Magdalena: "Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboní! (que quiere decir, Maestro) (Juan 20:16). La experiencia transformadora del encuentro con el resucitado cambia por completo la perspectiva de los discípulos.