El Legado de Dios: Una Advertencia y una Promesa (Salmos 78:1-18)

Hermanos y hermanas en Cristo, el Salmo 78 inicia con una poderosa exhortación: "Escucha, pueblo mío, mi ley; inclina tu oído a las palabras de mi boca." (Salmo 78:1). Este llamado a la atención no es una simple sugerencia, sino una necesidad imperiosa. Ashtar, el salmista, comprende la crucial importancia de transmitir la verdad de Dios a las generaciones futuras. No podemos guardar para nosotros solos las maravillas que el Señor ha hecho.

El salmista continúa recordando la historia de Israel, no como un simple relato histórico, sino como un testimonio del poder y la fidelidad de Dios. "Lo que hemos oído y conocido, y nuestros padres nos han contado," (Salmo 78:3). Nuestras experiencias, tanto individuales como colectivas, son oportunidades para glorificar a Dios. No ocultéis lo que Dios hizo en vuestras vidas.

Sin embargo, el salmista advierte sobre un gran peligro: el olvido. "No lo encubriremos a sus hijos, haciendo saber a la generación venidera las alabanzas de Jehová, y su potencia, y las maravillas que hizo" (Salmo 78:4). Olvidar los actos de Dios es negar su gracia, es desobedecer su mandato de transmitir su legado. Es renegar de su historia, su salvación, y su amor.

El salmista contrasta la infidelidad humana con la fidelidad inquebrantable de Dios. Dios establece su pacto con Abraham, los guía a través del desierto, y los protege de sus enemigos. "¿Recordaréis los años antiguos, y consideraréis los años de generación tras generación?" (Salmo 78:5). La historia nos muestra su fidelidad a través de todas las épocas. Es una fuente inagotable de esperanza y ánimo.

Finalmente, el salmista exhorta a la obediencia a los mandamientos de Dios (Salmo 78:7-8). La desobediencia trae consecuencias, mientras que la obediencia lleva a la bendición. Es un ciclo que se repite a lo largo de la historia, recordándonos la necesidad de una vida consagrada al Señor. Aprendamos de la historia. "No sean como vuestros padres" (Salmo 78:8), un llamado a una nueva forma de vivir.

Hermanos, que el Salmo 78 nos inspire a ser fieles guardianes del legado de Dios. Transmitimos su palabra a nuestros hijos, nietos y futuras generaciones. No permitamos que el olvido borre la memoria de su grandeza. Continuemos contando sus actos de amor y poder, para que su nombre sea exaltado por los siglos de los siglos. Amén.