Hermanos y hermanas, la cruz no es simplemente un símbolo; es el testimonio palpable del inmenso amor de Dios por la humanidad caída. En Romanos 5:8, leemos: "Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros". Este acto de sacrificio, este derramamiento de sangre inocente, es el fundamento de nuestra salvación. Jesús, el Cordero de Dios, cargó con nuestros pecados, como se profetizó en Isaías 53:5: "Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados."