Hermanos y hermanas en Cristo, el capítulo 2 de Romanos nos confronta con una verdad incómoda pero necesaria: Dios juzgará a cada uno según sus obras. No hay escapatoria a su justicia. "Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles unos a otros" (Romanos 2:14-15). Este pasaje nos recuerda que incluso aquellos sin el conocimiento explícito de la Ley Mosaica son responsables ante Dios. La conciencia, grabada por el Espíritu Santo, acusa o defiende, revelando la presencia de una ley moral innata.