Finalmente, Romanos 2:28-29 nos recuerda que la verdadera justicia no reside en la observancia externa de la ley, sino en la transformación interna del corazón: "Porque no es judío el que lo es exteriormente, ni la circuncisión es la que se hace exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios." La verdadera justicia se encuentra en un corazón circuncidado, transformado por el Espíritu Santo, obediente a Dios no por obligación, sino por amor.