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La Esperanza Anclada en la Patria Celestial

La Esperanza Anclada en la Patria Celestial
Nuestra Ciudadanía Celestial
Hermanos y hermanas en Cristo, ¿Dónde está nuestra verdadera patria? No en este mundo pasajero, lleno de tribulaciones y aflicciones, sino en los cielos, donde Jesús, nuestro precursor, nos ha preparado un lugar. Como dice Hebreos 11:16: "Pero ahora buscan una patria mejor, es decir, la celestial; por tanto, Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos, porque les ha preparado una ciudad". Nuestra ciudadanía no es de este mundo; somos extranjeros y peregrinos, como lo fueron los patriarcas de la fe, esperando la revelación gloriosa de nuestra verdadera morada.
La Esperanza que no defrauda
En medio de las pruebas y las dificultades de esta vida, nuestra esperanza se centra en la promesa inquebrantable de Dios. Romanos 8:24-25 nos recuerda: "Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque ¿quién espera lo que ya ve? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos". Esta esperanza no es una ilusión vacía, sino una firme convicción basada en la fidelidad de Dios y la obra consumada de Cristo en la cruz. Es una ancla para nuestras almas en medio de la tempestad, un consuelo en medio del dolor, una fuerza en medio de la debilidad.
Vivir con una Perspectiva Celestial
Mientras esperamos la consumación de nuestra esperanza, debemos vivir vidas dignas de nuestra vocación celestial. Filipenses 3:20-21 nos exhorta: "Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, el Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de nuestra humillación, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, según el eficaz poder que tiene aun de sujetar a sí todas las cosas". Debemos recordar que nuestra perspectiva debe estar fijada en la eternidad, afectando nuestras acciones, decisiones y relaciones en este mundo presente.
Por lo tanto, hermanos, mantengamos firme la confesión de nuestra esperanza, sin vacilar; porque fiel es el que prometió. Sigamos adelante con la mirada puesta en el premio celestial que Dios nos ha preparado. Que la esperanza de nuestra patria eterna nos fortalezca en medio de las pruebas, y nos impulse a vivir vidas santas y agradables a Dios, hasta el día en que veamos cara a cara a nuestro Salvador y gocemos de la plena realización de la esperanza que nos llena el corazón.
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