Hermanos y hermanas en Cristo, la vida cristiana no está exenta de pruebas. De hecho, la Biblia nos prepara para ellas. Santiago 1:2-4 nos dice: "Considerad puro gozo, mis hermanos, cuantas veces cayereis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Y la paciencia tiene su obra perfecta, para que seáis perfectos y completos, sin que os falte nada." Las pruebas no son un castigo divino, sino una oportunidad para que nuestra fe sea refinada, como el oro en el fuego (1 Pedro 1:6-7).