Hermanos y hermanas en Cristo, las Bienaventuranzas, encontradas en Mateo 5:3-12, nos presentan un camino, no de opulencia terrenal, sino de una riqueza espiritual que trasciende lo material. Comencemos con la primera bienaventuranza: "Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos" (Mateo 5:3). ¿Qué significa ser pobre en espíritu? No se refiere a la pobreza material, sino a una humildad profunda, un reconocimiento de nuestra absoluta dependencia de Dios. Es un corazón contrito y humilde, consciente de su propia insuficiencia y abierto a la gracia divina. Es reconocer que todo lo que tenemos proviene de Él.