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El Orgullo: Un Obstáculo en el Camino a la Humildad

El Orgullo: Un Obstáculo en el Camino a la Humildad
Las Raíces Amargas del Orgullo
El orgullo, hermanos y hermanas, es una raíz amarga que corrompe el alma y nos separa de Dios. Proverbios 16:18 nos advierte: "Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída, la altivez de espíritu." Este orgullo, esta soberbia, no es simplemente una característica de personalidad, sino un pecado que ciega nuestra visión espiritual y nos impide recibir las bendiciones de nuestro Señor.
Recuerda la parábola del fariseo y el publicano en Lucas 18:9-14. El fariseo, lleno de orgullo, se jacta de sus propias obras, mientras que el publicano, humilde en su pecado, encuentra la gracia de Dios. El orgullo nos lleva a la autosuficiencia, a creer que no necesitamos la misericordia de Dios, mientras que la humildad reconoce nuestra dependencia total de Él.
Las Consecuencias Destructoras del Orgullo
Santiago 4:6 nos dice: "Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes." Dios resiste al orgullo, no por crueldad, sino porque el orgullo nos aleja de Él, impidiendo que recibamos su gracia transformadora. El orgullo nos ciega a nuestras propias faltas y nos impide arrepentirnos, bloqueando el camino a la sanación espiritual.
1 Pedro 5:5 nos exhorta: "Asimismo, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes." La humildad, la antítesis del orgullo, es la clave para una vida plena en Cristo. Es un acto de sumisión a la voluntad de Dios, reconociendo su soberanía y nuestra propia fragilidad.
El Camino a la Humildad
Filipenses 2:3-4 nos anima: "Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada uno también por lo de los otros." Para vencer el orgullo, debemos cultivar la humildad, mirando a los demás como superiores, poniendo las necesidades de otros por encima de las nuestras.
Isaías 66:2 declara: "Porque todas estas cosas hizo mi mano, y así fueron todas ellas, dice Jehová; Mas a éste miraré, al que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra." Dios mira con favor al humilde de espíritu, al que reconoce su necesidad de Dios y se somete a Su voluntad. Busquemos Su guía y Su fuerza para vencer el orgullo y abrazar la humildad.
Hermanos y hermanas, que la palabra de Dios resuene en nuestros corazones. Reconozcamos la raíz amarga del orgullo en nuestras vidas y busquemos la humildad, ese precioso don que nos acerca a Dios y nos permite experimentar la plenitud de Su amor y Su gracia. Amén.
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