2 Corintios 12:9-10 nos revela: "Y me dijo: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo tanto, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte." Aquí vemos que la debilidad no es un obstáculo para la obra de Dios, sino una oportunidad para que Su poder se manifieste plenamente. El pabilo que humea, aunque débil, aún contiene un destello de vida, y ese destello es suficiente para que la gracia de Dios lo reavive.