Mateo 5:48 nos presenta un llamado elevado: "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto". Este versículo no se refiere a una perfección inalcanzable, libre de pecado, sino a una perfección de carácter, a una semejanza cada vez mayor con Dios. No es una perfección que alcancemos en esta vida, sino un objetivo hacia el cual debemos esforzarnos continuamente, impulsados por el amor y la gracia de Dios.