El temor reverente no es antagónico al amor a Dios, sino que va de la mano con él. El amor a Dios nos motiva a obedecerle, y el temor reverente nos ayuda a mantener una sana distancia de lo que le desagrada. 1 Juan 4:18 declara: "En el amor no hay temor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor; porque el temor lleva consigo castigo. De donde hay temor, hay castigo." Aquí el temor al castigo se opone al amor perfecto, pero el temor reverente es el resultado de un amor y respeto por la santidad de Dios.