La integridad, hermanos y hermanas, no es simplemente la ausencia de maldad, sino la consonancia total entre lo que somos, lo que decimos y lo que hacemos. Es vivir en la verdad, con transparencia ante Dios y los hombres. Proverbios 11:3 nos dice: "La integridad de los rectos los guiará, pero la perversidad de los desleales los destruirá."