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La Caída de Jericó: Una Lección de Obediencia y Fe

La Caída de Jericó: Una Lección de Obediencia y Fe
La Promesa Divina y la Instrucción de Dios
Hermanos y hermanas en Cristo, la historia de la caída de Jericó, relatada en Josué 6, nos ofrece una poderosa lección sobre la obediencia a la voluntad de Dios. Dios había prometido la tierra de Canaán al pueblo de Israel, como se declara en Génesis 15:18-21: "En aquel día Jehová hizo un convenio con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Éufrates... Y Jehová dijo a Abram: Sabe con certeza que tu descendencia será extranjera en tierra ajena, y los harán esclavos, y los afligirán cuatrocientos años. Pero también juzgaré a la nación a la cual servirán; y después de esto saldrán con gran riqueza." Esta promesa se cumplió a través de la conquista de Canaán, y Jericó, una ciudad inexpugnable, se convirtió en el primer obstáculo.
Dios, a través de Josué, dio instrucciones específicas a su pueblo. No debían confiar en su propia fuerza militar, sino en la guía divina. Josué 6:2 declara: "Y Jehová dijo a Josué: Mira, yo he entregado en tu mano a Jericó, a su rey y a los hombres valientes." La obediencia a estas instrucciones, aunque parecieran extrañas y difíciles, era esencial para el éxito de la empresa.
La Obediencia Impecable y la Victoria Sobre lo Imposible
El pueblo de Israel, guiado por Josué, marchó alrededor de los muros de Jericó durante seis días, siguiendo fielmente las instrucciones divinas de Josué 6:3-5: "Así haréis: todos los hombres de guerra rodearán la ciudad; una vez alrededor de la ciudad rodearéis, y esto haréis seis días. Y siete sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos de carneros delante del arca; y al séptimo día rodearéis la ciudad siete veces, y los sacerdotes tocarán las bocinas. Y acontecerá que cuando hagan sonar prolongadamente la bocina de carnero, y oigáis el sonido de la bocina, todo el pueblo gritará a gran voz; y el muro de la ciudad caerá, y el pueblo subirá cada uno derecho hacia arriba." Esta obediencia, aunque aparentemente absurda desde una perspectiva humana, demuestra la fe completa en el poder de Dios.
Al séptimo día, con un grito unánime y el sonido de las trompetas, los muros de Jericó cayeron milagrosamente (Josué 6:20). Esta victoria no fue fruto de la estrategia militar humana, sino de la obediencia incondicional a la palabra de Dios. Nos recuerda que la verdadera fuerza reside en la obediencia a Dios y nuestra fe en sus promesas.
Lecciones para la Vida Moderna
La historia de Jericó nos enseña que la obediencia a Dios, aunque pueda parecer difícil o incluso extraña, es el camino hacia la victoria. Debemos confiar en su sabiduría y su poder, incluso cuando no entendemos completamente sus planes. La fe incondicional en Dios, como la mostrada por Josué y el pueblo de Israel, es esencial para superar los obstáculos en nuestra vida y alcanzar las promesas que Él nos ha hecho.
La caída de Jericó sirve como un poderoso recordatorio de la importancia de la obediencia a la palabra de Dios. Su ejemplo nos exhorta a tener fe incondicional en sus promesas, aún cuando las circunstancias parezcan imposibles. Que esta historia nos inspire a caminar en obediencia a Dios en cada aspecto de nuestras vidas, confiando en que Él nos guiará hacia la victoria, no a través de nuestra propia fuerza, sino a través de Su poder ilimitado.
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