Los Últimos Tiempos y Nuestra Respuesta: Un Estudio de 2 Timoteo 3

Hermanos y hermanas en Cristo, el apóstol Pablo, en 2 Timoteo 3, nos da una profecía aterradora pero vital para comprender el mundo en el que vivimos. Observemos los versículos que describen los rasgos de "los últimos días": "También debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita." (2 Timoteo 3:1-5). Estos no son simplemente rasgos de carácter individuales, sino una descripción del clima espiritual que prevalecerá en la era final.

Pablo nos advierte sobre la creciente corrupción moral. No se trata de un retroceso temporal, sino de una espiral descendente en la depravación. "Y como sucedió con Jannes y Jambres, que se resistieron a Moisés, así también éstos resisten a la verdad; hombres depravados de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe" (2 Timoteo 3:8). La resistencia a la verdad, la falta de entendimiento espiritual, y la reprobación de la fe son síntomas de un corazón endurecido por el pecado. Nos llama a la reflexión sobre la condición de nuestro propio corazón y a una constante búsqueda de la santidad, como se nos ordena en Hebreos 12:14: "Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor."

Ante este panorama sombrío, ¿cuál es nuestra respuesta? Pablo nos exhorta a la perseverancia: "Pero tú, permanece en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quiénes lo has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús." (2 Timoteo 3:14-15). No podemos ser pasivos espectadores. Debemos aferrarnos a las enseñanzas de la verdad, nutrirnos con las Escrituras, y compartir el evangelio con un mundo necesitado de esperanza. Debemos ser luz en medio de las tinieblas (Mateo 5:14-16), fortalecidos por la promesa de Dios de estar con nosotros hasta el fin (Mateo 28:20).