El amor, hermanos y hermanas, no es un sentimiento efímero, sino un fruto maduro del Espíritu Santo, una manifestación tangible de la gracia de Dios en nuestras vidas. Como dice Gálatas 5:22-23: "Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley". Este amor no es el amor romántico o sentimental, sino un amor que trasciende las emociones pasajeras; es un amor agape, un amor sacrificial y abnegado, como el amor que Cristo demostró por nosotros al morir en la cruz (Juan 3:16).