Miremos la vida de Abraham. Llamado a dejar su tierra natal para una tierra prometida, confió en la promesa de Dios, aun cuando parecía imposible (Génesis 12:1-3). Consideremos a Moisés, quien, con la ayuda de Dios, liberó al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto (Éxodo 14:14). Y recordemos a David, un pastor de ovejas, que con la ayuda de Dios derribó al gigante Goliat (1 Samuel 17). Estos ejemplos, y muchos otros en las Escrituras, demuestran que, cuando confiamos en el poder de Dios, lo imposible se vuelve posible.