La ceguera espiritual se manifiesta de diversas maneras. Puede presentarse como una indiferencia hacia las cosas de Dios, un rechazo consciente o inconsciente del Evangelio, una persistente desobediencia a la palabra de Dios, o una terquedad en el pecado. Isaías 6:10 nos advierte: "Engruesa el corazón de este pueblo, endurece sus oídos, y ciega sus ojos; para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni entienda con su corazón, ni se convierta, y lo sane." Esto no es un juicio de Dios sobre aquellos que son espiritualmente ciegos, sino una descripción de la condición humana caída.