Hermanos y hermanas en Cristo, Pablo, en 1 Corintios 12:12-27, nos presenta una poderosa imagen: el cuerpo humano. Así como el cuerpo tiene muchos miembros, cada uno con su función específica, pero trabajando en armonía para el bien del todo, también la Iglesia, el Cuerpo de Cristo, está compuesta de individuos diversos, llamados a cumplir roles únicos, pero unidos en un propósito común: la gloria de Dios.
Observemos cómo cada miembro, desde el ojo hasta el pie, es esencial. Ninguno es superior al otro. De la misma manera, en el Cuerpo de Cristo, no hay jerarquías basadas en dones o talentos; todos somos necesarios y valiosos a los ojos del Señor. Como dice Romanos 12:4-5: "Porque así como en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo, y cada uno somos miembros los unos de los otros."