En Lucas 24:28-32 leemos el momento culminante: "Y acercándose a la aldea adonde iban, hizo como que iba más lejos. Mas ellos le obligaron, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde; y entró a quedarse con ellos. Y aconteció que estando sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, y lo bendijo, y lo partió, y les dio. Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; y él desapareció de su vista." Fue en el acto simple de compartir el pan, en la acción sacramental de la comunión, que sus ojos fueron abiertos. El acto familiar, un ritual conocido, se transforma en un momento de revelación divina, mostrando la presencia de Cristo en medio de ellos.