La historia de Ana y Penina, registrada en 1 Samuel 1, nos presenta un contraste marcado. Penina, la esposa de Elcana, era fértil y bendecida con muchos hijos. Esto, en la cultura de la época, era un signo de favor divino. Sin embargo, Ana, la otra esposa de Elcana, era estéril, experimentando el dolor profundo de la infertilidad, un dolor que la hacía objeto de la burla y el desprecio de Penina (1 Samuel 1:6). La Escritura nos muestra la angustia de Ana, su corazón apesadumbrado por su situación.