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La Calma en medio de la Tormenta: Mateo 14:27

La Calma en medio de la Tormenta: Mateo 14:27
El Miedo y la Fe
Hermanos y hermanas en Cristo, el pasaje de Mateo 14:27 nos presenta una escena poderosa: Pedro, caminando sobre las aguas, vence el miedo inicial, pero al fijarse en la tormenta, empieza a hundirse. "Entonces Jesús, al instante, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?" (Mateo 14:31). Este versículo nos recuerda la importancia crucial de mantener la fe, incluso en medio de las tormentas de la vida. La duda, el miedo, son como las olas que nos amenazan con arrastrarnos hacia las profundidades del desespero.
La Importancia de Fijar la Mirada en Jesús
Pedro, al quitar los ojos de Jesús, comenzó a hundirse. Jesús mismo le dijo: "¡Hombre de poca fe!" No fue su falta de habilidad, sino su falta de fe lo que le causó el problema. Debemos recordar a través del ejemplo de Pedro que debemos mantener nuestra mirada fija en Jesús, en su promesa, en su poder. Él es la Roca firme sobre la cual podemos construir nuestras vidas (Mateo 7:24-27). Hebreos 12:2 nos recuerda: "puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios."
La Mano Extendida de Jesús
Aunque Pedro estaba hundiendo, Jesús no lo abandonó. "Entonces Jesús, al instante, extendiendo la mano, asió de él..." Esta es una poderosa imagen de la gracia y el amor de nuestro Salvador. Aún cuando fallamos, cuando dudamos, cuando nos encontramos luchando contra las adversidades, la mano de Jesús está siempre extendida para rescatarnos. Su misericordia es nueva cada mañana (Lamentaciones 3:22-23). No importa cuán profunda sea la tormenta, su amor es incondicional. Salmo 23:4 nos consuela: "Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento."
En conclusión, hermanos, el pasaje de Mateo 14:27 nos llama a cultivar una fe firme e inquebrantable en nuestro Señor Jesucristo. Recordemos que en medio de nuestras tormentas personales, la mirada fija en Él, y la confianza en su mano extendida, nos dará la fuerza y el aliento para superar cualquier adversidad. Que la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guarde nuestros corazones y nuestras mentes en Cristo Jesús. Amén.
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