El ágape, el amor que Dios nos muestra, no es un sentimiento efímero, sino una decisión consciente y una acción voluntaria. No se basa en las emociones o méritos, sino en la gracia y la misericordia divinas. Como dice 1 Corintios 13:4-7: "El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta."