Hermanos y hermanas en Cristo, la epístola a Tito nos ofrece una profunda reflexión sobre la identidad cristiana, una identidad no forjada en nuestras propias obras, sino en la gracia inmerecida de nuestro Salvador. Tito 2:11-14 nos recuerda que "...la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo..." No somos definidos por nuestras fallas pasadas, sino por la transformación que opera en nosotros el Espíritu Santo. Nuestro pasado ya no nos define; nuestra identidad reside en la nueva creación en Cristo, como declara 2 Corintios 5:17: "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas."