La Naturaleza Efímera de la Vida: Un Llamado a la Reflexión

Hermanos y hermanas, consideremos la palabra "efímero," que significa fugaz, pasajero, de corta duración. ¿No es esa la verdad de nuestra existencia terrenal? Salmo 90:10 nos recuerda: "Los días de nuestros años son setenta años; y si a causa de mucha robustez llegan a ochenta años, con todo, su fortaleza es molestia y trabajo; porque pronto pasan, y volamos." Nuestras vidas son como una sombra que pasa, como el vapor que se desvanece (Salmo 144:4; Santiago 4:14).

Ante la efimeridad de lo terrenal, ¿qué respuesta debemos tener? No debemos caer en la desesperación, sino en la esperanza. 2 Corintios 4:18 nos exhorta a que "no ponemos la mira en lo que se ve, sino en lo que no se ve; porque lo que se ve es temporal, pero lo que no se ve es eterno." La vida eterna, la promesa de Dios, es nuestra ancla en medio de la tormenta de la temporalidad. Jesús dijo: "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá" (Juan 11:25).

La comprensión de nuestra efimeridad debe impulsarnos a vivir con propósito y significado. Efesios 5:15-16 nos insta a "Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos." Cada día es un regalo precioso, una oportunidad para amar a Dios y a nuestro prójimo, para servir y para compartir el mensaje de esperanza que encontramos en Cristo. Debemos invertir nuestro tiempo en aquello que realmente importa, en lo que perdurará más allá de nuestra corta estadía en este mundo.