Hermanos, no desesperemos. Aunque la concupiscencia es una poderosa fuerza, no somos prisioneros indefensos de ella. A través de Jesucristo y la gracia transformadora del Espíritu Santo, podemos vencer esta batalla. Gálatas 5:16-17 nos exhorta: "Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis." A través de la oración, el estudio de la Palabra, y la comunión con otros creyentes, podemos fortalecer nuestra voluntad y resistir las tentaciones de la concupiscencia.