El pasaje continúa: "...como niños recién nacidos, desead la leche espiritual pura, para que por ella crezcáis para salvación". Aquí, Pedro nos presenta una imagen poderosa: la de un recién nacido, anhelante del alimento vital que necesita para crecer. Así también nosotros, debemos anhelar la Palabra de Dios, la leche espiritual pura, con un deseo ardiente y constante. No se trata de un acto pasivo, sino de un deseo activo, un anhelo profundo por nutrirnos de la verdad divina, creciendo en gracia y conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. La Biblia es nuestra fuente de vida, nuestra guía en este viaje espiritual. No la dejemos de lado, sino que abrámosla con hambre y sed de la verdad que ella contiene. Como dice Salmo 119:105: "Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino."