Jesús enfatiza la importancia de permanecer en Él: "Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí" (Juan 15:4). No se trata de un esfuerzo humano por merecer el favor divino, sino de una humilde dependencia y sumisión a su voluntad.
El fruto espiritual, la evidencia tangible de nuestra fe, solo es posible a través de esta unión íntima. El amor, la alegría, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fe, la mansedumbre y el dominio propio (Gálatas 5:22-23) son el resultado natural de permanecer en la Vid.