Los estorbos pueden ser de naturaleza interna o externa. Internamente, podemos encontrar obstáculos como la falta de fe (Marcos 11:24: "Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá."), el orgullo (1 Pedro 5:5: "Asimismo, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes."), la amargura (Hebreos 12:15: "Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados;") o una conciencia culpable (1 Juan 1:9: "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad."). Externamente, las distracciones, las preocupaciones mundanas, y las presiones de la vida pueden también impedir nuestra conexión con Dios.