Hermanos y hermanas, la oración es el aliento del alma, la conexión vital con nuestro Padre Celestial. Sin embargo, cuando el conflicto y la discordia inundan nuestro hogar, la oración se vuelve difícil, casi un acto imposible. Como dice Santiago 4:3: "Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites". Cuando nuestras peticiones están teñidas de amargura y resentimiento, nuestro Dios, rico en misericordia, puede sentir dificultar escuchar nuestras súplicas. Debemos esforzarnos por la oración en común, buscar la armonía familiar antes de pedir cualquier otra cosa.